



Tierra Sana Consultorio
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Acupuntura en La Guaira

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Protocolo LET
(Liberación Emocional Transpersonal)
LIBERANDO MEMORIAS EMOCIONALES
Podríamos definir la salud como nuestra capacidad de adaptación al medio ambiente. Según este concepto, la enfermedad es la incapacidad de satisfacer los requerimientos del medio en el que nos desenvolvemos. Pero, en realidad, el comportamiento patológico no es contrario al comportamiento sano, como cree la visión alopática de la medicina. Ambos buscan satisfacer la tendencia del organismo a plasmar su naturaleza y a sobrevivir de la mejor manera posible. El comportamiento “normal” responde a los mandatos biológicos de la adaptación. Cuando hay alteraciones imposibilitadoras de una respuesta adecuada, se manifiesta la patología. Y uno de los aspectos que más condicionan esas “alteraciones imposibilitadoras” son precisamente las emociones. La medicina alopática con frecuencia ha entendido que las enfermedades son psico-somáticas, y han incluido en su etiología el factor emocional de forma cada vez más frecuente. Es difícil encontrar hoy día alguien capaz de negar esta realidad. Lo que rara vez entendemos es que no ocurre sólo en algunas enfermedades sino en todas y cada una de ellas. De hecho, la visión cartesiana de separar el cuerpo de la mente, las emociones y la faceta espiritual, aunque es la visión más extendida en nuestro mundo occidental, es un paradigma cada vez más cuestionado, siendo superado por una visión sistémica y holística que ve al ser humano como una unidad indivisible. Y aunque la importancia de las emociones en la patología es un hecho bastante conocido, los intríngulis y el alcance de esta afirmación todavía son en gran medida un misterio que la ciencia no ha terminado de dilucidar.
Hoy día hay muchos estudios que intentan descubrir los detalles de esta importante influencia en nuestras vidas, y muchos de esos estudios están dirigidos a las emociones heredadas de nuestros ancestros, que se actualizan en nosotros, como un mapa emocional con el que nos conducimos por la vida. Carl Jung habla del Inconsciente Colectivo para referirse a ese conjunto de huellas mnésicas del pasado ancestral que configuran una parte importante de nuestro inconsciente personal. Bert Hellinger, con sus Constelaciones Familiares, indagó sobre las relaciones de este inconsciente colectivo en el ámbito familiar, y cómo los mandatos emocionales de cada familia tienen resonancia en sus miembros y son heredadas de padres a hijos, perpetuando un modo de relacionarse con la realidad que determina nuestras relaciones personales, sin que seamos conscientes de ello. Dice Enric Corbera en su libro Visión cuántica del transgeneracional (2014):
Todos los sufrimientos y dolores de nuestros ancestros se guardan en esta memoria colectiva, que podemos llamar inconsciente colectivo. El objetivo (irracional) es mantenernos alejados de posibles problemas o evitar sufrimientos experimentados por algún antepasado (Pág. 14)
Es como un reservorio de experiencias vividas por nuestros ancestros, que nos entregan mapas de comportamientos probados (saludables o no) que nos posibilitan reaccionar de una manera específica ante un problema.
Si a esta realidad le sumamos las adicciones químicas del cerebro relacionadas a las emociones, tendremos un cuadro bastante complejo relacionado con el problema. Efectivamente, el cerebro no distingue entre lo que ve en su entorno y lo que recuerda, porque correponde a las misma redes neuronales que se actualizan una y otra vez frente a los estímulos de nuestro entorno. El hipotálamo fabrica neuropéptidos, sustancias químicas que se corresponden con los diferentes estados emocionales que experimentamos diariamente. Hay sustancias químicas para la rabia, para la tristeza, para la frustración y para todas las emociones que vivimos. Estos neuropépticos y las redes celulares que activan nos convierten en autómatas que repiten una y otra vez las mismas emociones en una repetición de la que a veces sentimos que es imposible evadirse. La célula es la unidad de conciencia más pequeña del cuerpo, y como tal, necesita crear nuevas conexiones que nos liberen de los atavismos que heredamos tanto de nuestros ancestros como de nuestras experiencias presentes y pasadas.
Pero todo este inciso viene a cuento porque hace muchos años me topé con un libro que resonó muy adentro en mi ser: El código de la Emoción de Bradley Nelson. Sentí, a medida que me adentré en su contenido, que allí había algo importante que resonaba dentro de mí, y que era la clave para entender muchos de los hechos que ocurrían en mi vida. Era la evidencia de emociones que me había acompañado insistentemente en muchos momentos y que parecían repetirse una y otra vez determinando mis conductas y mi visión de la vida. Nelson entrega un método terapéutico para liberar lo que él llama emociones atrapadas que me pareció interesante investigar y aplicar en mi quehacer terapéutico como médico tradicional chino y terapeuta floral. Puse manos a la obra, pero en el camino me topé con inconsistencias que me hicieron cuestionar lo que ocurría. Con frecuencia las emociones atrapadas se repetían insistentemente en el mismo paciente, por lo que parecía que no habían quedado liberadas. En teoría no debían repetirse las mismas emociones, y sin embargo en la realidad con frecuencia se repetían. Poco a poco dejé de lado esa herramienta, aunque seguía resonando dentro de mí.
Años después me topé con las conferencias de Enric Corbera sobre Bioneuroemoción, y lo aprendido en el libro de Nelson adquirió nueva vida. ¿Y si esas emociones atrapadas no sólo son producidas en esta vida por mis propias experiencias, sino que también las heredo de mis ancestros? A partir de esta idea empezó un proceso de investigación que me llevó a la creación del Protocolo LET (Liberación emocional transpersonal). Y la razón por la que es transpersonal y no transgeneracional quedará en evidencia unos párrafos más adelante.
Pero prefiero que sean algunas de las experiencias con las personas a las que les apliqué este método sanador las que hablen por si mismas:
Un caso ejemplar fue el de Mariana, mujer de 54 años de edad quien vive en Ecuador, y que su hija, cliente de nuestra consulta, trajo a vivir a Venezuela para tratarse con nosotras. Mariana sufre de ELA (esclerosis lateral amiatrófica) que es una enfermedad degenerativa neuromuscular. En junio de 2014 empezamos a tratarla con acupuntura y terapias florales, restauración bioenergética, marmaterapia, par biomagnético y sales de Schüssler. En septiempre de 2014 empezamos a aplicar la liberación emocional propuesta por Bradley Nelson, completando cinco sesiones de este tratamiento. Mariana consigue un visible bienestar general, pero los síntomas continúan presentes. Está muy asustada pues ya empieza a sentir la disnea características de las etapas avanzadas de su enfermedad, y tiene mucho miedo de pensar que podría terminar asfixiada. El 24 de octubre de 2014 empezamos a aplicar el Protocolo LET. A partir de allí confirmamos el conflicto desencadenante que ella misma observaba como el evento tras el cual empieza la enfermedad: la separación de su última pareja, José, quien la engañó al ocultarle que era casado y que su esposa estaba embarazada. Cuando comienza la enfermedad, Mariana, quien vivía en Estados Unidos, regresa a su casa materna, en Ecuador. Pero también, durante la terapia, surgen otros conflictos, esta vez programaciones transgeneracionales que tienen una incidencia muy directa en su enfermedad: específicamente una relativa a su abuelo materno Antonio José. En torno a este hombre terriblemente autoritario y cruel hay muchas historias y secretos familiares. Tras la muerte de su esposa (abuela materna de Mariana), el hombre se amanceba con una de sus hijas, de la cual tuvo un hijo que era sobrino y hermano al mismo tiempo de la madre de Mariana. Pero lo más resaltante fue que, al igual que Mariana, que para ese entonces comenzaba a sufrir de asfixia producto de la evolución de su enfermedad, Antonio José sufría de asma, y en un ataque muy grave murió asfixiado. El terror asociado con esta experiencia de su ancestro salió durante el protocolo LET y lo pudimos liberar. Tras esta primera sesión, Mariana empezó a mejorar de sus síntomas de asfixia; contra todo pronóstico, los síntomas empezaron a mejorar en una enfermedad que tiende al empeoramiento sistemático de todo el cuadro. Tras la mejoría en esa primera sesión de protocolo LET, nos sorprendió la reacción de Mariana, quien decide regresar a su país. Tuvimos la oportunidad de trabajar tres sesiones más, e incluso de monitorear qué había pasado, cuál era la razón de su reacción frente a la mejoría. Allí pudimos constatar varias cosas: en primer lugar, que su relación con su madre, quien era la que la estaba cuidando en Ecuador, había sido muy difícil durante su infancia y primera juventud. Era una relación de mucho maltrato y celos, pues ella era la preferida de su padre, un hombre autoritario y maltratador con la madre (otro patrón repetitivo). Mariana guardaba mucho resentimiento, y la enfermedad se convirtió en un mecanismo de compensación terriblemente patológico: sentía por finel cuido materno por una parte, y por otra, se vengaba de lo vivido en la infancia endilgándole la carga de ella misma y la culpa de su enfermedad; todo esto, por supuesto, de forma inconsciente. Esta es la razón por la cual se sintió amenazada cuando se dio cuenta que el tratamiento abría la posibilidad de mejoraría. Su enfermedad representaba para ella una gran ganancia secundaria que no estaba dispuesta a ceder para alcanzar la salud.
Y aquí está otro de los duros aprendizajes de este camino del sanador: la enfermedad siempre es ganancia, pues resuelve (aunque de forma patológica) contradicciones vitales que el enfermo necesita resolver para continuar con su vida, aunque, paradójicamente, esto lo conduzca a la muerte. Cuando la entropía o dinamismo mórbido (diría la Homeopatía) es mayor a la homeostasis o dinamismo vital, la capacidad de restablecimiento de la salud se torna irrealizable.
Otro caso que ejemplifica el trabajo con el protocolo LET, es el de Guillermo, hombre de 56 años de edad con un fuerte dolor en la columna, con lordosis y hernias discales, que llega a nuestra consulta el 26 de febrero de 2014. Está interesado en que lo tratemos con acupuntura y terapia neural. Le va muy bien con el tratamiento, pero son llamativas sus permanentes crisis reagudizantes, tras períodos de calma y bienestar. Comenzamos a tratarlo también con homeopatía y siente aun una mejoría mayor, pero los ciclos de mejoría y reagudizamiento continúan. El 12 de febrero de 2015 comenzamos tratamiento con el protocolo LET. Determinamos que Guillermo está en fase resolutiva y aparecen emociones atrapadas de un conflicto programante con su madre. Los dolores se agudizan a partir del tratamiento con el protocolo, pero empiezan a tener un comportamiento errático: se tornan muy agudos pero vienen y se van, cambiando lo cíclico de la sintomatología. Descubrimos otro conflicto programante transgeneracional y lo liberamos, así como un conflicto desencadenante relativo a su relación con su pareja actual. Una semana después regresa y aplicamos acupuntura. Los dolores están localizados muy específicamente en las piernas y parece haber un bloqueo energético. La última sesión la realizamos el 12 de marzo, trabajando otro conflicto programante. A partir de allí no ocurren más reagudizaciones severas hasta la fecha.
Otro caso interesante que nos muestra otro aspecto que ha sido reiterado en la consulta es el de Rosario, paciente que llevaba con nosotras, desde el 23 de febrero de 2014, ocho meses de tratamientos con acupuntura y terapias florales. Viene porque está en medio de un divorcio muy traumático y reconoce que necesita ayuda para lograr la resolución del conflicto afectando lo menos posible a su hija, quien está en medio de ese problemático divorcio. Es una persona con una gran rigidez e intolerancia, con ideas muy firmes y acabadas de lo que “debe ser” que le dificultan terriblemente la convivencia con sus semejantes. En septiembre de 2014 empezamos a hacer la liberación emocional según las indicaciones de Bradley Nelson. En el trascurso de este tiempo ha habido una cierta mejoría tras la cual ella decide no divorciarse y entender la crisis como una oportunidad de crecimiento; pero hay un aspecto que como terapeuta nos preocupa de esta paciente y que se está tornando problemático: la total dependencia de los tratamientos que le realizamos en consulta. No es que tras sentirse mejor entiende que la ayuda que le proveemos le es productiva, es una verdadera ansiedad de pensar en saltarse un tratamiento, y la certeza de que no puede sin nuestra ayuda, emoción que desde todo punto de vista nos parece indeseable. Al igual que con otros pacientes que trabajamos con la liberación emocional de Nelson, vemos como repite emociones que ya hemos liberado. En enero de 2015 comenzamos con el recién creado protocolo LET. Rosario no vuelve a aparecer hasta abril, indicando que ha habido una gran mejoría en esta única sesión, y ocurriendo lo que parecía muy difícil: que soltara el bastón de las terapias y se lanzara a caminar por sus propios pies. No regresa, aunque nos recomienda a otras personas que empiezan a asistir a consulta. Retoma en Enero de 2016 porque está frente a una coyuntura especial: se va del país con su esposo e hija, después de reconstruir su relación de pareja. Está mucho más abierta a fluir con los acontecimientos cotidianos, disfrutando más de la vida y de la relación con su hija y su esposo. Si antes no podía posponer los deberes, ahora prioriza el disfrute responsable. Ella misma manifiesta que es increíble lo bien que se siente y como ha podido superar tantos esquemas que la conducían a la infelicidad.
Y no sólo la solución de problemas muy pertinaces y de difícil superación es el éxito de este tratamiento. Ese inmovilismo de no aprendizaje parece ser uno de los principales logros del Protocolo, y uno de los principales problemas a los que se enfrenta los terapeutas en su consulta. Las terapias holística van a las causas que ocasionan la enfermedad, no se conforman con paliar los síntomas. Y particularmente en la causa emocional, a nuestro juicio, radica el nudo gordiano de toda patología. Cuando un paciente persiste en los síntomas es sólo una evidencia de que no ha hecho el aprendizaje necesario. Las terapias holísticas en general, y el Protocolo LET en particular, son una gran fuente de empoderamiento de la humanidad, presa de una visión a partir de la cual la enfermedad le cae del cielo al igual que la curación, haciéndolo ajeno al proceso y condenándolo a repetir una y otra vez los mismo problemas con el mismo u otro ropaje. Indudablemente que en esta repetición y no aprendizaje está el éxito del mega-negocio que es la medicina oficial, una medicina que nos condena a ser farmacodependientes de por vida y por lo tanto clientes de por vida de las farmacéuticas transnacionales; pero allí también radica el estancamiento de una humanidad que hasta que no se haga responsable de su presente con todas sus incongruencias y desequilibrios, estará condenada a repetir sus errores ad infinitum.
Pero hay otros dos casos que quería narrarles brevemente, y que a nuestro modo de ver aportan otros dos aspectos que queremos tratar:
Mireya es una mujer de 64 años que hemos tratado reiteradamente con acupuntura y terapias florales durante varios meses por un problema de depresión. Tras la creación del protocolo LET decidimos empezar a aplicarle este tratamiento. Y justamente el día que vamos a iniciar, ella llega con un sueño que nos llamó profundamente la atención: ella corre por la Medina de Fez, en Marruecos. Está siendo perseguida por unos hombres que no sabe quienes son, pero de los que debe huir pues corre peligro de muerte. Lo llamativo del sueño es que, aunque ella nunca ha estado en ese lugar, tiene la certeza de que es real, y cada objeto que ve forma parte de su referente cultura, aunque ella sabe, a su vez, que no es así. Es como si coexisten dos Mireyas al mismo tiempo, una que ve todo como exótico y extraño, y otra que forma parte de ese lugar y de la situación que está viviendo a cabalidad. Empezamos a aplicar el protocolo LET y la primera pregunta que hacemos es si se trata de una experiencia transpersonal de vidas pasada. La respuesta es contundente: si. El sueño es el recuerdo de una vivencia de otra vida que ha emergido a su consciencia.
A partir de esta experiencia empezamos a incluir la posibilidad de que estas memorias, que hasta ese momento pensábamos que eran sólo transgeneracionales, incluyeran también memorias de vidas pasadas. Y esa es la razón por la cual la T de LET no es transgeneracional sino transpersonal, porque el protocolo no sólo incluye memorias que nos llegan de nuestros ancestros a través de nuestra genética, sino de todas aquellas memorias que nuestro inconsciente guarda de nuestras vidas pasadas.
Por último queríamos compartir la experiencia del protocolo LET aplicado en niños, pues es, al igual que los anteriores, uno de nuestros triunfos más felices. Y quería hacerlo de la mano de nuestro primer paciente infantil:
Llega a consulta una de nuestras clientes con su hijo de 7 años que presenta problemas de insomnio y miedo a la oscuridad. Estos síntomas están asociados a un parásito que le detectaron a Juancito en los pulmones, y que tiene en reservorio, activándose una o dos veces al año desde entonces. Empezamos aplicando el Par Biomagnético creado por el Dr. Goiz, para trabajar la ecología microbiana del organismo y eliminar el parásito que está activo en ese momento y su reservorio, haciendo las crisis reagudizantes cíclicas. Aplicamos dos veces dicho tratamiento durante el mes de febrero de 2015, y en marzo empezamos a aplicar el protocolo LET. Ahí descubrimos un shock alojado en su glándula Pineal que es una memoria de su bisabuela paterna. Su madre nos confirma que la abuela de su esposo, padre de Juancito, sufrió mucho por la muerte de un nieto, quien es idéntico físicamente al niño. De hecho, al nacer le ponen Juan en honor a su parecido con él, que año tras año se hacía más evidente. Este muchacho (el tío del niño) muere muy joven, mucho antes de que Juancito naciera, causando un fuerte impacto en la familia. Desentrañamos que los síntomas que sufre Juancito son el resultado de este trauma familiar, y empezamos a liberar, en tres sesiones, las emociones heredadas de esta familia que encontramos en Juancito. Ya en la cuarta, quinta y sexta sesión liberamos las emociones asociadas al evento que desencadenó los programas heredados. Allí trabajamos su relación con sus compañeros de escuela, con sus primos, y la relación de protección de su madre, determinando estas tres aristas como las que activaron las memorias relativas a la muerte de su tío. Después de esa sexta sesión del protocolo LET, lo dimos de alta, reportando una mejoría total: Juancito empezó a dormir corrido y solo en su cuarto toda la noche, y hasta la fecha no le ha repetido el parásito pulmonar que lo acompañó durante cuatro años de su corta vida.
Para finalizar es importante destacar que cada persona que nos llega a la consulta, trae consigo de forma inconsciente toda la información sobre las programaciones que construyen el mapa a partir del cual gestiona su vida, así como los aprendizajes que se ocultan en sus conductas, síntomas y enfermedades. A través del protocolo LET podemos acceder a ellos para reconstruir esos mapas, libres de tanto bagaje patológico transpersonal, dándonos la oportunidad de vivir más acordes a nuestra infinita potencialidad, comunicados con nuestro fuero interno y desde la certeza de nuestra autorrealización. De ahí la importancia de darlo a conocer.
Susana Martín Rivas
Creadora del Protocolo LET
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